Todo nuevo comienzo nos trae a la mayoría de nosotros cierta inseguridad y temor. El no saber lo que se viene nos provoca un nudo en el estómago bastante incómodo.
No soy la excepción, ese sentimiento me acompaño cada año escolar. Fueron bastante complicados los inicios de clases. Marzo no era para mí el mejor mes del año. No saber en qué banco me iba a sentar, llegar al salón y ver todas caras nuevas me ponía muy nerviosa. Los inicios siempre son desafiantes, pero a pesar de eso, las personas no dejamos de proyectar, pensar e imaginar nuevas metas. Somos un poco contradictorios en algunos aspectos. Por una parte soñamos y anhelamos nuevos horizontes, pero por el otro le tenemos pavor a lo desconocido.
En pocos meses me voy a ir a vivir a una cultura muy diferente a la nuestra. Muchos me definen como valiente y temeraria, sin saber que por dentro muero de miedo de aquellas cosas que no conozco por completo. ¿Cómo hago entonces? Tengo un gran secreto, la clave que me permite seguir adelante y caminar con seguridad los nuevos pasos: “Fuerza”, pero no la mía. Me considero una persona bastante débil o al menos común. La fuerza que me hace diferente radica en Dios. Cuando lo conocemos y le damos nuestra vida, Él nos da una nueva identidad. Nos hace “hijos”.
Es así, mi Padre, Dios, me da el coraje necesario para cada nuevo comienzo. La Biblia dice “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Creo que es así. No enfrento miedos y nuevos desafíos por mí misma. Lo hago porque Él me hace capaz.
Si estás enfrentando nuevos retos, si pensás que no podés con lo que se viene, Dios te puede sorprender. Primero sanando lo que pasó. Para dar nuevos pasos necesitamos “pies sin ampollas”. Con un corazón sano se piensa mejor. Él puede curar tus pies, tu corazón y todo lo que duela o esté herido en vos. Para después sí, llenarte de esperanza, expectativas, ganas y fuerzas.
¡Buscalo! ¡Él tiene cosas nuevas para vos!
Ana Paula Bengocheahttp://sdrlive.com.ar/2018/03/21/el-temor-a-lo-desconocido/
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